29 jun 2008

Cerrando aquella puerta


-Toc, toc, ¿se puede?

Tras la puerta solo la llegó silencio, y el retumbar continuo de sus propios pensamientos, la ayudó a toparse contra un muro de irrealidad constante. Porque la era imposible dar crédito a lo que veía.
Quién estuviese en aquella fortaleza olvidada no tenía intención de salir, y ella comprendió que en esta vida, todo pincel termina por secarse, y que las musas son seres volátiles que cambian de estado al antojo del artista.

No la importaba dejar de ser tinta, ya no. Por qué más que el olvido aquella noche sufrió el silencio amenazante, las puñaladas de cobre y papel tras la espalda. De ese ser siempre esperó el silencio, la incomprensión, la fatídica manía de cambiar la realidad a su antojo, de él podía hasta esperar el insulto, los malos modos, pero nunca aquello, aquello no.

Pensó en lo frágil que se torna la palabra cuando todos estos factores juegan en su contra, de cómo las promesas de “a pesar de todo lo que ocurra seguiremos siendo”, terminan por convertirse en lapidatorias mentiras en el tiempo.
Una vez ella creyó en todo aquella, hasta ahora siempre pensó en seguir siendo fiel a sus palabras, pero aquella noche comprendió que en verdad, todo, había sido mentira, solo, mentiras.

No volvió a llamar, no volvería a hacerlo, ya no.

Iraunsugue Eternia


Fotografía-Puerta Catedral Sagunto, Junio 2008

4 Atravesaron la realidad:

haThus dijo...

Las personas suelen ser inpredecibles, y más aún cuando están heridas. Instintivamente nos protegemos de aquello que nos hace daño y, a la vez, hacemos daño, a veces, sin querer. A pesar de todo, las personas no cambian tanto, trascurrido el periodo de dolor, vuelven a ser como antes, y sus palabras, las que dijeron, vuelven a tener sentido.

Besos de esperanza.

Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) dijo...

Las personas olvidan muchas veces que ellos también hicieron daño, olvidan a menudo que ciertas situaciones ya fueron advertidas y no quisieron verlas. Pero es más fácil tirarse al cuello de quien actúa que mirar hacía su interior, y darse cuenta de que lo qué está pasando ya fue pronóstico de otra voz hace mucho tiempo.
Ese es el problema Hathus, que las personas no cambian y por lo tanto siguen siendo las mismas capaces de herir una y otra vez con las mismas cosas.

Besos dubitativos.

haThus dijo...

Ese es mi mensaje esperanzador, no creo que las personas estén en ese plano bidimensional, y estoy seguro de que, en realidad, tu tampoco. Hay una dimensión desconocida e impredecible y se deriva del hecho de que ni siquiera nosotros podemos decir con exactitud que es lo que vamos a hacer dentro de unos segundos. Pensar de esa manera tan rotunda hace que las personas sean, a tu ojos, robots que responden a conductas programadas. Te considero más cercana al humanismo, pese a tus heridas, que no esa creencia empatronada.

Besos humanos.

Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) dijo...

haThus en cierto modo tienes razón, pero pienso que una persona tiene unos patrones de conducta marcados por su carácter y que tarde o temprano deja ver quién y como es en realidad. Podemos cambiar pero no tanto como para dejar de ser nosotros, pienso que una persona puede evolucionar en muchos aspectos, pero hay otros que son genéticos.
Y sí, ya sabes que veo muchos robots por la calle, pero lo que más me gusta es cuando una persona verdadera y única me hace el terminaitor xDDDD

¿Cercana al humanismo? Ains me conoces demasiado, pero siempre seré más reacía a la confianza en el ser humano que tú.

Besos humanistas.