25 jul 2008

Cortos pasos para el cuarto encuentro


Es evidente que hoy, tan solo es un ser menudo que brilla frágil…

…así que, cuando la veas…

…hazme un favor, no digas nada, limítate a abrazarla y mantente en el hablar que siempre callas, reinvéntala nuevamente de gestos.

Porque se ha olvidado de los parámetros de su propio cuerpo y la nostalgia ha querido hacerla suya, ha sido segundo de dudas y horas de desdicha, hasta que tú, la has esculpido con caricias distantes de armonía explícita.

Y ella tan solo tuvo la necesidad de ser necesitada, de volverse un mundo dentro de tu alma. De llenar espacios que dejaron la mudanza de las máquinas, de olvidar el pasado y ser presente en ti recordada.

Así que hazme un favor y limítate a amarla.

Iraunsugue Eternia
Fotografía-Ruinas pasadas, Sagunto Valencia 2008.

24 jul 2008

De seXo y plaTos


Sus manos sobre la piel jamás se tradujeron tiernas, solía sorprenderla por la espalda mientras fregaba los cacharros, rodeándola en un abrazo mortífero hasta anularla la respiración, mientras sus labios mordían jugosos la suave piel del cuello. La apretaba los pechos deshaciéndola en reproches que se escondían bajo la sonrisa pícara, que se escapaba furtiva entre suspiros.
Solía retorcerse entre sus fuertes músculos intentando zafarse de la mano que hábil se colaba entre el corto pantalón y sus braguitas.
Controlaba los gemidos mientras sus dedos se hacían profundos en la humedad de entre sus piernas, y él suspiraba junto a su oído marcando contra sus redondeados glúteos el deseo impío.

Lo apartaba con ademanes quinceañeros recordándole las tareas de limpieza, pero él, oído sordos, seguía recorriéndola con mordiscos y húmedos lametazos la espalda hasta deshacerla de las prendas. La llevaba entre besos y caricias hasta ponerla contra la pared de aquel habitáculo de espejos, y allí, sin esperar respuesta, abría sus piernas hundiendo la lengua y sorbiéndola el deseo.
A cada paso de sus rudas manos ella gritaba dejándose llevar por la locura del momento, hasta que caía sobre su cuerpo y él aprovechaba el instante longevo para alzarla sobre su peso y sentarla sobre el frío mármol.

Sus piernas se volvían manecillas del reloj contra su espalda, mientras él se hacía dueño y señor de sus entrañas llenándola por entera. A veces gritaba fuerte sintiendo como la rompía por dentro en mil pedazos, pero en sus brazos el dolor se volvía deseo, así que apretaba fuerte sus nalgas para sentirle aún más dentro, hasta creerle estallar en sus adentros llenándola de espuma y caricias.
Era ese instante cuando ella, muerta, volvía a la vida con hiperactividad incontrolada, él, en cambio, temblando aún en los espasmos de la cueva que se cerraba para hacerle gemir de placer, solía dejarse caer sobre sus pechos exhausto, sin vida, y con una sonrisa infantil en los labios.

Aquel momento, era el único en el cual ella podía leer en su mirada, más tarde sus ojos se la antojaban la nada, y él cerraba la conciencia de su mente con una mirada parda, melancólica que jamás dejaría entrever nada. ….al terminar aquella danza de sexo y agua, a ella siempre se la quedaba aquel característico sabor a sangre en los labios.

Iraunsugue Eternia

Ilustración-Comic "Cruel Things" de los autores Lean y Luciano Vecchio

21 jul 2008

Onírica Presencia, Realista Forma

Menguante la reina de tez albina que sostenía el mundo bajo su manto nocturno, sentí el beso incoloro de las olas acariciando mis pies desnudos, espuma que engarzaba gemidos al chocar contra mis muslos. Me desprendí de las últimas prendas que aún acorazaban mi ser, para quedar en piel solo para ti, y me sorprendió la ligereza del pesar de mis pensamientos, que naufragaron al reconocer tu aliento sobre mi cuello.

No me volví, pues no me hacía falta mirarte para tenerte presente y sentir tu abrazo corpóreo siendo el ángulo de mis pechos. Desquicié al suspiro hasta alterarlo con sonrisa, y entonces observé aquel mundo que se abría paso ante nuestra esencia.
Te envolviste en tu propia ausencia de búsqueda hasta quedar atrapado en mi universo onírico, y yo te encontré en la tinta de una pluma filósofa, que parecía madurar con el paso de las horas. Me hubiese gustado hablarte de todo aquello, de lo que me produjo el primer encuentro entre nuestros pensamientos de tinta. Pero permanecí en silencio sabiendo que tú leías en mí, y solo en mí
Por eso, aquello que yo siempre quise decirte tan solo me limité a sentirlo, comprendiendo que los estímulos de mi piel no serían náufragos para tus sentidos. Temblaste, como tantas veces cuando los espacios dejaban de ser individuales para volverse uno en ambas partes, que se complementaban al instante del encuentro.

Cerré los ojos para mostrarte aquello, abrí las puertas de mi pequeño universo en miniatura, y te llevé por los recónditos bosques de mi niñez, hasta mostrarte como conocí a mis alas y me hice dueña del cielo. Paseaste de mi mano por mi cielo eterno acorazado por sueños de estrellas, bebiste de mi mágica esencia para no caer en la prisión realista. Te fundí en los bailes de eróticas llamas, te creé de la arenisca de mis montañas.
Y tú, que al principio buscabas con desconfiada la puerta del umbral de tu mundo, poco a poco fuiste cayendo en el sueño de todos mis murmullos. Te mostré como el sentimiento se hacía en verso, y los besos se inventaban en jeroglíficos nunca muertos. Te enseñé que la pasión tiene nombre propio, y que se muere en los gemidos del placer compartido cuerpo con cuerpo.

Navegaste entre las praderas de mi corporación antiestática, te envolví de mil fragancias y te reinventé de nuevo, para que al final siempre fueras tú, y solo tú, el dueño de todos los vértices de mi cuerpo.
Te mostré mi aura, te enseñé a ver la tuya, volamos sin más, por este Laberinto de oníricas locuras.
Fue entonces cuando reparé que no recuerdo bien si te encontré o me hallaste, si te amé primero antes de que tú me conquistases. Caí de nuevo en el umbral de aquella noche del presente, siendo consciente de que podía envolverte hasta hacerte mágico, y caer sin miedo en el realismo de tus brazos.

Miré la noche con la esperanza que siempre vi en tus ojos, y que irremediablemente se volvía la tranquilidad de los míos.
Me soltaste unos segundos y advertí a mis espaldas que buscabas las horas, me volví a observarte en los silencios de mediana sonrisa.
-Se ha parado –dijiste mirando el reloj que hasta ahora sostenía tu muñeca.

Me reí al reconocer la llave de aquella puerta.

-No funciona –insististe interrogando a las manecillas.
Me acerqué hasta que tus labios fueron milímetros contra los míos, y susurré despacio atrapándote de nuevo en este onírico laberinto de sensaciones y esencias.

-Olvídalo, no va a funcionar, a mí lado el tiempo carece de sentido.

Iraunsugue Eternia

20 jul 2008

Ausencia-Exigencia


¿Y quién llena el espacio de las ausencias? Si no somos más que marionetas de nuestros propias exigencias, y es que el sentimiento del sentirse completo parece ser la importancia de un todo. Y si no somos capaces de encontrar la fórmula exacta para no sentir ese vacío, entonces, la exigencia se hace cómplice de nuestros propios delirios.

Nos volvemos vampiros sedientos del complemento, bebemos de la energía de aquellos que nos aman, y caemos en la paranoica idea de que ellos son los únicos capaces de llenar el espacio por donde se cuelan las lágrimas.
Craso error el nuestro, el pensar que aquellos que la mano nos tienden, son los responsables de bordarnos la sonrisa inmaculada e imperecedera de la felicidad eterna.
Por qué aquello que buscamos no está fuera, sino dentro de nuestra propia esencia.

Pero el mirar hacía el interior de uno mismo se hace complicada pesadilla diaria, enmarañamos las excusas para no abrir las cajas de nuestro propio cerebro, porque al hacerlo nos daremos cuenta de que somos responsables de nuestra propia felicidad.
Es entonces cuando caemos en la cuenta de lo complicado que hacemos nuestro propio camino, tirando piedras sobre nuestros pies, impidiéndonos la alegría de esta andanza.

¿Reposar pues? Quizás sea la única solución que encuentran las almas que en este estado de ausencia-exigencia se encuentran. Hacer un alto en el sendero de la propia incertidumbre para pensar en aquello que nos atormenta y nos falta. Darnos cuenta de que nosotros somos los únicos capaces de llenar ese espacio, y que el reconocer el problema tan solo conlleva una meta, encontrar la solución del mismo.

Es en ese instante de clara clarividencia, cuando comienza una metamorfosis cíclica…

Iraunsugue Eternia

Fotografía-Pensamientos, Playa del Carabassi, Alicante 2007

19 jul 2008

Tú, la que vuelves


Sonaría dramático nombrarte, hasta escribirte me resultaría una pérdida de tiempo, pero el solo hecho de perderlo me ayuda para no sentirte, o quizás solo sea la necesidad de mantenerte lejos. Incoherente mi forma de pedirte que marches, extraña y lo sé, pero es que no encuentro otra forma de hablarte que no sea alzando la pluma en pos de que esta, sea no más que el látigo que fustigue tu llegada.

Es irónico el sentirte de nuevo, pero aún más sarcástico me resulta el hablarte directo, como desearía no sentirte y no tenerte, porque así fuese resultaría que tu antónimo a estas horas sería la mueca de mis labios.
Llenas, por qué no admitirlo, llenas tanto que ahogas el sentido común de esta que te tiene, y no es que atrapes sino que asfixias. Y no es que duelas sino que me mantienes en ese estado tuyo, tan neutral y descriptivo que podría pasarme las horas hablando contigo.

Años eran ya los que me faltabas, y créeme si te digo que jamás te eché de menos, fuiste aquello que tuve y que conseguí esconder en los silencios de la risa floja y la verborrea empírica. Y hoy, enemiga y extraña, te vuelves la única acompañante de esta cabeza pensante que no te añoró, pero que termina creyéndote amiga, ¡qué estúpida decisión!

Se que al nombrarte te hago más fuerte y por eso busco la manera de no darte vida, pero es que te has hecho de ti misma y has conseguido colarte en mí, tanto, que ahora me cuesta elevar la mirada recordando que antes no estabas, y que yo, sin ti, lo fui todo, como ahora dueña de mí no soy nada.

Soy consciente de que lo peor que podría pasarnos es acostumbrarnos una a la otra, resultaría entonces la derrota de este espíritu que porto inquieto y revolucionario. Que se niega, sí, se niega a sentirte y hacerte partícipe de los momentos que intento vivir, o eso creo, pues más ya no se si sobrevivo o solo soy victima de tus fórmulas.

Estás aquí, y te siento tanto, que la única manera de perderte es imaginando que te irás, ¿pero cuando?, dime extraña, ¿Cuándo?

Iraunsugue Eternia
Fotografía-De algo llamado soledad, Alicante 2007.

Del Pasado en Nuestro Presente


¿Qué es el pasado? Sino el recuerdo de lo perdido, y este es tan móvil que es capaz de aferrarse al presente siendo el lastre de nuestro futuro.
Navegamos en pos de los recuerdos marchitos, inmortalizando fechas, promesas, personas, idealizando momentos que en verdad nunca fueron tan mágicos, tan solo una realidad subjetiva que vivimos en los instantes del camino acordonado, de nuestra propia naturaleza humana.

Pero somos hijos de la melancolía, estúpidos seres que retozamos en las lágrimas de lo que fue y nunca volverá a ser.

Idealizamos de una forma irresponsable.

Y aquello que en su momento no fue más que una vivencia, parece en el futuro tomar las amarras de lo idílico, nos mentimos a nosotros mismos. Porque si fue pasado, si quedó atrás, si decidimos cerrar aquella puerta con sus consecuencias y designios, fue porque en verdad no había más que dar, recibir o en si mismo…vivir.

Pero el pasado maltrecho corroe los sueños presentes, se vuelve cadena en el cuello que asfixia y duele, herida abierta de lo que hoy ya debería ser cicatriz olvidada. El pasado muchas veces se torna pesadilla, cuando se vuelve corpóreo y persigue el ahora. Es entonces cuando se vuelve presente y ahoga.

Es inaudito la contemplación de este echo, desgarrador y tétrico, tanto, que una termina por preguntarse si el pasado no vio que quedó atrás. Pero entonces cae en la cuenta, de que somos nosotros mismos los que dejamos que sea partícipe de nuestra existencia presente. Incapaces de borrarlo del segundo que exhalamos, porque en el fondo del ser se oculta el miedo al olvido, cuando todo sería más fácil si fuésemos conscientes de que esa vida ya no es nuestra, tan solo de aquello que fuimos.

El camino se oscurece cuando el pasado decide volverse presente…

…y yo me pregunto, ¿no tiene el pasado nada mejor que hacer?

Iraunsugue Eternia

Fotografía-Alcalá del Júcar, Albacete 2008.

Amanece


El sol incide algunas mañanas sobre nuestra piel, calienta la escena con el brillo del mar a lo lejos, y no se muy bien si amanece o esta atardeciendo. Poco importa si el sol se va o llega, si al viento le da por barrer los dibujos que me pasé grabando sobre la arena.

Todo cambia, y por mucho que intentásemos atrapar el momento este se evadiría entre nuestras manos, al fin y al cabo lo importante es saber mantenerse firme en el remolino. Disfrutar de las olas sin dejar del todo nuestro cuerpo a la deriva, mientras nuestra alma busca inconscientemente bajo las aguas el equilibrio.

Al final de la tormenta, siempre encontraremos esa playa, paraíso de paz en ninguna parte.....

Iraunsugue Eternia

Fotografía-Playa del Carabassi, Alicante 2007.

17 jul 2008

Enséñame a caminar......


-¿Puedes enseñarme a caminar?

Esboza Onírica media sonrisa plegando lentamente las alas, ha quedado atrapada en el umbral de sus propios sueños futuros, queriendo regodearse en el presente que la muestra Realidad desde el otro lado.

Y él asiente negativamente.

-No, debes aprender sola –responde.

El viento la ha azotado el orgullo volviéndola niña, hasta deshacer las armas que portaba, y dejando tan solo un suave halo de luz que la envuelve sugerente y desnuda.
Onírica tiembla ante la idea de caer en tierra, lleva años elevándose sobre el universo por miedo a los miedos. Y estos han comenzado a engullirla hasta hacerla de tinieblas y melancolía.

Realidad, por su parte, se mantiene estático y la observa.

Siente el deseo recorriéndola el cuerpo, hasta que topa con los miedos del pasado y frena en seco, tiembla, lo mira, pide ayuda de nuevo. Él se mantiene en su posición real, ella va alejándose lentamente de su mundo natural del sueño.
Se ha posado suavemente sobre la tierra, pensando que se tabalearía el mundo bajo sus pies y caería nuevamente en el precipicio de la angustia.
Pero no ha sido así, todo ha seguido su curso de tal manera, que ahora es tan real que no encuentra sus alas, pero las siente plegadas, diminutas en su espalda.

Se siente segura y avanza, Realidad se aleja unos pasos, y ella insiste en su marcha, absorbe los nuevos olores de la nueva vida, segura y decidida lo atrapa o se deja atrapar.

-Creo, que estoy aprendiendo a caminar –comenta risueña y avergonzada.

Realidad tan solo la toma en sus brazos, cálido, sutil, como tiene por costumbre asiente en un murmullo que a ella la suena a palabras. Con eso la basta, con eso y con ser Luz en su mirada.

-Puede que este estado real también me guste.

Iraunsugue Eternia
Fotografía-Y mis piernas de fuego y arena, San Juan 2008 Alicante.

Polos Opuestos


-No hay errores, solo fallos de cálculo –acertó a decir aquel polo.

-Algunos pueden costar caros –comentó pensativo su polo opuesto –un cúmulo de insignificantes fallos pueden llevar a grandes errores.

-Conóceme en las palabras, reconócelas en mis gestos, ámame en las tormentas, deséame en mis llantos, protégeme en la más erótica de mis danzas, quiéreme siempre y no sueltes mi mano.

Su polo opuesto tomó aliento, silenciando las respuestas como siempre hacía.

-¿Y si nunca hubiesen tormentas?

-Entonces, seguramente, no aprenderíamos a reconocernos y el amor sería tan solo una quimera de los sueños –suspiró el aire tomado por su polo opuesto –sino fuésemos tan distintos, seguramente no seríamos tan iguales.

-El ying y el yang.

-Tú y yo, sin más.

Iraunsugue Eternia
Fotografía-De Madera y Cenizas, San Juan 2008 Alicante.

15 jul 2008

Sensaciones de vuelta


En ocasiones su vida era comparable al vuelo de un dragón, para ser precisos, ella llevaba tiempo sobrevolando su propia existencia sobre el lomo de Iraunsugue.
Por eso, aquella tarde, cuando él se volvió de hierro y las escamas mudaron en cómodos asientos, ella, sin poder remediarlo, cayó en la cuenta de que cada vez que emprendía el viaje de regreso, sentía que algo faltaba.

Podría contrastar aquella estúpida sensación con la necesidad de recordar cada uno de los vértices de su mundo. Engullido quizás en esos momentos por la melancolía, fue a adivinar el paradero de aquellos pedazos robados o regalados a la esperanza que adivinaba en unos ojos, en esos momentos, seguramente llorosos y cerrados.

Comenzó a pensar que si aquello seguía ocurriendo, llegaría un día en el cual no encontraría la excusa para coger el vuelo de regreso, pero si muchas razones para dejar de mudar en el tiempo.

Puede que hubiese llegado el momento de hacerse parte de…

…fue en esos segundos cuando la sensación dejó de ser estúpida, ella tan solo, encontró una mueca de felicidad en su rostro e innumerables propósito para volver a… y estar con…siempre al lado de…

Iraunsugue Eternia
Fotografía-Dragón Sala Clap, Mataró Julio 2008.

10 jul 2008

Retazos de Crónicas


Me levanté y me acerqué sin más, jamás lo pensé y ni mucho menos me plantee lo que ella pudiese llegar a pensar de este extraño de mirada bohemia y pacífica con reflejos verduscos que se limitaba a sentarse a su lado.

-¿Qué pescas? –la dije al observar que introducía la pluma en el tintero sin llegar a sacarla de la húmeda tinta.

-Palabras –se limitó a contestarme sin reparar en mi mirada -¿Y tú?

-Yo esbozos –la contesté.

Alzó la vista muy despacio, como si aquella frase la hubiese hecho despertar de un sueño en el que había quedado atrapada, me miró fijamente y me estremecí al sentir sus ojos robándome el aliento. Sonrío tímida mientras sus sonrojadas mejillas eran la grana de las mías, me acerqué unos centímetros hacía su cuerpo en la añoranza de aquel calor que desprendía. Y ella abrió la palma de mi mano y recorrió con sus dedos mis líneas de la vida, cerré la manos atrapando las suyas y la atraje hacía mi cuerpo mientras la sangre corría envalentonada por mis venas.


Escrito perteneciente a la novela "Y tú Luz en mis Tinieblas" copyrigth 2007 Laura B.R. Iraunsugue Eternia.

Fotografía-Cascada del parque El palmeral, Julio 2008.

7 de Julio


-Fue 7 de Julio –musitó él a sus espaldas.

-Lo sé, pero pensé que estaría demasiado ocupada para recordarlo.

No se volvió, se limitó a vadear las lágrimas incumpliendo la sonrisa.

-¿Y lo estuviste? –insistió más de cerca.

-Puede, quizás, no se…

Recorrió sus hombros desnudos unos instantes, dibujando irregulares formas sobre su piel cristalina. Ella se desintegró bajo las formas en mil pedazos traslúcidos.

-¿Cómo hago para olvidarte? –preguntó.

-Intentando recordarme…

Iraunsugue Eternia
Fotografía-Selva de Irati, Navarra Otoño 2007.

9 jul 2008

Desgarrando el Cielo


La tierra se rompe y se vende al mejor postor, como si fuésemos dueños de cada uno de los centímetros de su cuerpo quemamos y arrancamos la belleza hasta descomponerla y convertirla en cemento.

Y ella, en un intento desesperado de salvarse, alza hacía el cielo sus garras pidiendo auxilio….

Iraunsugue Eternia

Fotografía-Desgarrando el cielo, Murcia 2008.

7 jul 2008

Diablo

-Te voy a decir una cosa –tu voz tronó en mis oídos despertándome de aquel letargo. Y yo tan solo pude temblar de la cintura a los pies, mientras tambaleaba el pánico bajo la mesa. Suspiré en la calma de la tempestad que tronaba en todo mi ser, pero para ti me mostré fría y calculadora, mujer de hielo con piel de acero.

-Dime –conseguí responder atragantándome con mis propios vocablos.

-Eres la persona a la que más he amado en este mundo –me sorprendí al escuchar aquello, pero no sonreí, pues bien sabía que tú, aún, no habías terminado de romper mis cercos –pero también a la que más he odiado. Te amé y te odié tanto, que jamás podré olvidarte.

Fueron unos segundos solos, y en cambio toda nuestra existencia sobrevoló mis ojos. No pude evitar esbozar una mueca parecida a lo que tú, dominarías sonrisa a medias, pero careciente de falsedad. Porque contigo todo debía ser puro y lleno, y ante el más mínimo gesto de hipocresía o miedo, te volvías sabueso que olisqueaba mis pensamientos, hasta voltearme sobre mi misma. Me desnudabas haciéndome sentir pequeña y frágil, tan frágil, como aquella vez….

Siempre me consideré una mujer de armas, de lucha en vida y sueños en la oscuridad de mi cuarto. Y el día que nos encontramos yo vestía botas de acero, y rabia en la mirada, de carmesí mis labios, que pintaban sobre el silencio de tus palabras. Tú nunca me pareciste pequeño, siempre me sorprendió la fortaleza de tu cuerpo, tu pecho abombado y férreo, los brazos cruzados manteniendo la distancia universal, como si de un dios te trataras.

Me pasé domingo tras domingo buscando tus ojos pardos, pero jamás te dignaste a mirarme directo, siempre escondido tras la visera de una gorra añil, calada hasta las cejas. Espesas, gruesas, formando un arco sobre tus grandes ojos teñidos de odio, de largas pestañas con las que abanicar la suerte, de manos fuertes y corazón caliente.
Y yo, que jamás me consideré una niña, vestía de duelo ante tu presencia, conservando la paciencia de ver las goleadas tan cerca de tu piel, que tan solo el mínimo roce me hacía estremecer.

No recuerdo quien comenzó aquel juego, quizás en ningún momento fui yo quien lleve las riendas, sino más bien tu quien se hizo dueño y señor de aquel carruaje. Estúpida de mí, que creyéndome poderosa de la edad y dueña del aprendizaje aplicado, me pensé podía manejarte a mi antojo.
Aquella tarde te hiciste conmigo sin dar ni un paso en falso, perseguiste mis labios hasta hacerlos tuyos, mordiste lento pero seguro. Caí en la red del creerme reina, cuando en verdad tan solo fui la esclava de los antojos sin promesas.

Dancé al son que tú marcabas, caí, lloré, reí, amé, hasta dejarme la piel contra las baldosas de tu cuarto esmeralda. Y a tu lado el amor se volvía tormenta, ventisca insoportable que me robó las ropas de la sensatez, me volví cautiva de tu inmadurez. Niña de tus presagios y antojos, gusano cuando tú, te volvías de furia contra mis ojos. Sangré por y para ti, me mordí las ganas de salir corriendo, quedé en tu juego del embudo quieto. Yo la pequeña gota que cae descaramelizada, tú la jarra, el vaso que torna y marca.

Te volviste infierno, y yo simplemente tu saco de boxeo. Te di la vida para que me la arrebatarás en tu ira diaria, en tus ganas de acabar con el mundo, de volverme lombriz de cada una de las macetas que no regabas, de ser una y mil veces tu más fiel encadenada.

Hasta aquel día, en el que desperté.

Fue entonces cuando deje de temer tus puños, simplemente vi al niño que siempre hubo. Tan pequeño y asustadizo que necesitaba de mis llantos para volverse hombre, olvidado por todos, criado entre algodones y acomodado en un buscar el querer y regalarte tu peso oro. Y yo que simplemente quería querer, y me volví prisionera de la obsesión e insensatez.
Comprendí que dos caracteres tan iguales, tan solo podían repelerse en el tiempo, que el amor tan solo fue tormenta de los avernos, que la confianza fue nula entre nuestras manos, y la comprensión pregunta insistente del ego varado.

Reaccioné años más tarde, en aquella mesita de la cafetería de la esquina, porque yo me negué a sentarme de nuevo en aquel irlandés que nos vio tanta desdicha. Accedí a mirarte, por la necesidad de demostrarme a mí misma que ya no podías conmigo, y a ti, tan solo se te ocurrió admirar mi facilidad para el sentimiento. Por primera vez te vi adorar todo lo que yo era, reconocerlo a puertas abiertas, admitir que yo siempre fui aquello que tú buscaste. Que aunque pasase el tiempo la admiración crecía al pensarme. Y no comprendí el porqué de tanto dolor de antaño, me limité a sopesarme nuevamente entre tus manos.

-Yo también te odié, mucho, muchísimo –me atreví al fin, ha admitir ante tu boca.

-Sí, lo se –pausaste la respuesta para encenderte un cigarrillo. Recordé entonces lo varonil que me pareció siempre, aquella forma tuya de darle vida al humo. Pero callé para decirlo todo, mientras tú observabas nuevamente mis ojos –pero también sé que me quisiste mucho, muchísimo….

Iraunsugue Eternia

Ilustración de Luis Royo (para mí uno de los mejores, sus obras me fascinan)

6 jul 2008

Quiéreme en los gestos


-Antes creía en las palabras –le ha dicho en el silencio de una mirada –ahora, necesito gestos.

Rememora la incomprensión de si misma en aquellas palabras que se la endulzan sutiles. Y es que en otros tiempos ella sopesaba lo dicho con lo hecho, y la balanza siempre se vencía en contra de la mímica y sus gestos.

Pero hace ya tiempo que meditó sobre la validez de unos labios, y pensó que a lo largo de los años las personas que nada dijeron, a la larga, se lo fueron dando todo. En cambio, quién no calla no otorga, y todas las veces que depositó su confianza en la palabra alzada, terminó rompiendo promesas contra la cruel realidad del presente-futuro.

Quizás es por eso que desde aquel día, comprendió que no quería más “te quiero” vacíos, porque es fácil conjugar el verbo amar, lo difícil es demostrarlo. Él la ha estado explicando que le cuesta expresarse en las definiciones exactas, que las metáforas son de vida y que en verdad es más él, cuando se mece en los silencios y habla a través del cuerpo.

Ella siempre pensó que la costaría leer sin escuchar, porque ha sido construida a partir de las sílabas y siempre se la antojaron difíciles, las personas incapaces de multiplicar oraciones encarnadas con sentimientos.

A día de hoy no la hace falta más que una mirada, para describir aquello que piensa su alma. Por eso se siente segura a su lado, por que ha aprendido a saberse un “sí” cuando el dice “no”, y a reconocer un “yo también” cuando el busca irónicas respuestas.
No la hace falta más, tan solo la suave caricia de sus gestos, para ser consciente de que los sentimientos, no siempre van gemelos de los vocablos.

Aún así y para él, ella sigue siendo de letras.

Iraunsugue Eternia

Fotografía-Playa del Carabassi, Alicante otoño 2007.

Créame de ti


Rodéame de mar hasta licuarme en las olas, hazme de sal bajo el sabor de tus labios, escúlpeme de tierra, siendo forma bajo tus delicadas manos. Aprisióname la piel con el calor de los tiempos, recórreme en gemidos mientras trazas mi cuerpo.
Lame el viento que escapa de todo mi ser al sentirte profundo, húndete en mí, para que muramos juntos.
Hazme de vida en el movimiento inestático de esta pasión, despiértame lujuria con el universal candor, vuélveme estrella que late dentro, úntame mil veces en el veneno de tu cuerpo.

Iraunsugue Eternia

Fotografía- Playa del Carabassi, Alicante otoño 2007

5 jul 2008

Niña de Tinta


-¿Se ha secado tu pincel? Artista –pregunta la musa desde la oscuridad fingida.

Pero él ha entorpecido la escucha de llantos, y la lógica de locura desatada de rabia que se desvanece en la indiferencia. Carnívoro de su propia existencia viste de paralelismos su esencia en vida.

Ella se acerca hasta el umbral de su propio inconsciente, hasta toparse con el surrealismo apaisado de la piel que la envuelve. Se deja caer desnuda sobre sus propios huesos, y las alas son tan solo la metamorfosis cíclica de sus mil nacimientos.

-¿No pintas? –insiste la ninfa.

Y él, incapaz de escuchar la súplica en pregunta irónica se hace de piedra. Ella, por su parte, se sabe consciente de su propia naturaleza. Muestra del pasado que quedó en boceto, tintura nostálgica de los momentos.

Siempre fue niña de tinta, poema de interminables noches sin velas. Ahora, sin luz, se apaga en vida hasta volverse humana, durmiendo el susurro en la inspiración kármica, hasta que vengan nuevamente unos pinceles a rescatarla.

Iraunsugue Eternia.
Ilustración por Diegotxe Montesinos.

3 jul 2008

De charla con la vida


-Voy a levantarte muros.

-Entonces me armaré de un martillo para derruirlos.

-Y pondré cristales bajo tus pies descalzos.

-Entonces naceré con alas para sobrevolarlos.

-Desviaré tu camino recto por uno pedregoso, oscuro y serpenteante.

-Entonces amaré la aventura y me dotaré de luz para iluminarlo.

-No pienso dejarte más de una semana de paz.

-Ni yo a ti más de dos días sin lucha.

-¿Estas dispuesta?

-¿A vivir? ¡Siempre!

Iraunsugue Eternia

Fotografía-Castillo de Sagunt, Valencia junio 2008

Cálido de té frío


Ha comenzado a reinventarla en la caricia próxima al lugar de las prohibiciones, y ellas jamás se ha dejado mecer allí en las caricias. Pero sus manos son cálidas de suavidad extrema, que la lleva a dejarse llevar y estirar las piernas, para que él pueda seguir acariciándola, mientras desvía la prohibición hasta sus piernas y aprieta lento, suave, hasta sentir la pasión contra los dedos de los pies y apretar más fuerte, sin dañarle, tan solo para verle estremecerse sobre la silla de mimbre que lo sostiene.
Se deja envolver por la idílica sensación de complicidad que traspasa las miradas y los silencios, tan solo se ha vuelto aire de sabor exótico que se pliega entre la cobertura de sus labios, tiembla de deseo y la ropa cae dejando ver sus pálidas piernas.

Finge tranquilidad mientras la impaciencia toma su mano, se acerca y la besa, ella respira profundo aprovechando el latir en los minutos externos de una conversación distante y lejana, pero no puede escuchar más allá del sabor de su alma. Se ha prendido de los farolillos y la luz intermitente del té que reposa en la mesa que comparten. Parando su caminar hasta el deseo cuando alguien se acerca, apartando unos milímetros su piel de la entrepierna de él, dejándolo respirar para que recobre la conciencia.

Se vuelve bruja una vez más y ataca al punto débil de su humanidad, respira en su oído, lame tranquila el cuello acompañado de besos sinuosos hasta el lóbulo de su oreja, sintiendo el calor de su boca cerca de su pecho, suspira y gime.
Le siente estremecer contra su pelo, lo abraza unos segundos en lo incorpóreo, para alejarse de nuevo y mirarle insistente. Lo traspasa y lo desnuda para su disfrute, lo mece entre sus brazos y se deja llevar por lo que él calla.

-Vámonos –ha dicho alguno de los dos.

Y simplemente se han alejado del laberíntico vergel para escapar al de las sensaciones, la noche se mantiene en calma en aquel claro, y de vez en cuando los coches llegan para distorsionar la oscuridad de ambos.
Sobre él ha comenzado a moverse tranquila, sintiendo sus manos contra su espalda atrayéndola hasta su cuerpo. Desabrocha los botones deprisa mientras siente la desnudez de la piel contra su pecho y el la muerde y la excita hasta mojarla por entera. La hace suya en cada beso que la roba, pierde la noción del espacio y no ve más allá de sus ojos, muere y renace en cada suspiro que acompaña al movimiento in crescendo de dos cuerpos que comienzan a conocerse.

Se recorren en la humedad de la noche hasta hacerse uno, y le siente dentro, tan dentro que podría atravesarla en los gritos que se la escapan, en el placer noctámbulo de aquella noche sin luna. Se hace suya hasta sentirle por entero, pendiendo la locura de lo angosto del camino, y el pasear tranquilo de las yemas de sus dedos alrededor de la erección que él enmarca en la penumbra.
Dulce ambrosia del placer que torna lejos de volverse efímero, se deja hacer y recorrer por entra, hasta quedar tumbada y sobrevenirle su cuerpo encima, se amoldan las figuras en el sofocante calor de un coche inventado. Hasta sentir que él muerde sus propios labios y ella simplemente cae en el vacío del placer antiestático. Se recompone en los latidos del corazón que siente, y se deja moldear nuevamente hasta tenerlo presente, lo observa cerrar los ojos, aguantar la respiración para no dejarse llevar por los gritos incontrolados de la pasión que acompaña, se deja ir con él hasta el nirvana.
Para más tarde sentirse en calma, y fundirse contra el sudor del amor varado en el lugar del nada.

Iraunsugue Eternia
Fotografía-Carmen del Campillo, Crevillente Alicante 2008