Todo era pequeño, en realidad diminuto, pero a las espaldas se convertían en miles de pequeñas cosas que pesaban toneladas unas sobre otras. Bloques de hierro, hormigón armado, fustas de hierro que se clavaban en la espalda con un oxido corrosivo que comenzaba a corromper las entrañas. Pesaba, sin lugar a dudas aquella carga era superior al volumen de su cuerpo y su alma.
También estaba aquella luz, una luz intermitente que se apagaba y se encendía dependiendo del día, lo cual dificultaba seguir el camino marcado, si es que en realidad existía dicho camino.
Por otro lado estaba la llave, se suponía que abría una puerta que no se encontraba en ninguna parte, al menos no visible. Era una llave cambiante, porque quedaba a merced del tiempo y ella misma decidía variar de forma y tamaño, por lo que la facilidad de que encajase en la cerradura adecuada era altamente improbable.
Lo peor si lo miraba de forma negativa, es que aquel lugar era todo un laberinto donde las formas, el tiempo y el destino jugaban a sus anchas dependiendo de las emociones. Lo bueno, es que dicho laberinto ya había sido recorrido antes, solo debía avanzar, deshacerse del hierro, el hormigón, el óxido, el pasado, los miedos, los demonios.
Recordar su nombre, su verdadero nombre…
Laura Butragueño (Iraunsugue Eternia)
Fotografía por Alex Manzanares (Sant Celoni,2010 de la serie Industrial Landscape)
http://alexmanzanares.blogspot.com/
3 mar 2011
LaBeRiNtO
Publicado por Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) en 5:44:00 p. m.Etiquetas: senderos de pensamientos
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2 Atravesaron la realidad:
Igual su nombre le vino a la memoria nada más llegar, liviana, al final del laberinto.
Besos :)
Seguramente escritor, es allí donde todos encontramos nuestro verdadero nombre.
Un beso.
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