11 dic 2008

Testimonios I "Mariola la guarra".

Mariola la del pelo de noche, Mariola ojos castaños, Mariola la bella, la amada, la diosa, Mariola la guarra, la perra, la puta, la odiada.

No hay un solo día en que Mariola no venga a sentarse con sus grandes nalgas sobre mi sesera, apestando a sexo barato, contoneando los huesos de las anchas caderas por todo mi espacio, mirando en el fondo de mis más lujuriosos pensamientos, reinando Mariola sobre todas las heridas de mi intelecto.

Siempre fui un hombre de principios, uno de esos que sabe como, cuando y con quien, no tuve problemas en idear a esa mujer tal y como yo siempre pensé merecerme. Por eso la hice de retazos de otras mujeres, de todas las que me follé por ganas, con las que me acosté por amistad y a las que amé entre las sábanas. Todas y cada una de ellas me aportaron un algo que yo guardé en el cajón de los deseos, y así la cree entre el capricho de mis dedos, del pelo de Julia, del carácter de Marta, las piernas de Noelia, la risa de Elena, la mirada de Lara.

Y esperé lo inesperable creyendo no esperar en vano, esperé mientras me las comía en gemidos penetrándolas fuerte, otras veces despacio, las lamía desde dentro hasta correrlas por fuera, las follabas, simple y llanamente…mientras la esperaba.

Y un día…apareció Mariola, con su risa de niña ajada y sus pendientes de aro en plata, robándome todos los suspiros que uno puede esputar, volviéndome loco, sediento de ella, con ganas de hacerla mía, de robarla hasta las fuerzas. La amé con ansias, con prisas, la amé de noche, la follaba de día. Y no quise esperar, la vestí de blanco, la llevé al altar, para ti, zorra Mariola construí un palacio de cristal.

Trabajé sin escuchar quejas de mi persona, trabajé por ella, hasta que el sol caía y yo moría en los brazos de mi perra Mariola, porque quien fue princesa de mi reino ahora no era más que una pequeña e insignificante cachorrilla de can. Mariola la sensible, la soñadora, la que nunca ponía pies en suelo, la incapaz de luchar por nada, Mariola la llorosa, Mariola la quejita, Mariola la guarra que me robó la vida.

La odié, dios sabe cuanto la odie, y quien fue sonrisa en mis noches ahora era mi rabia, y la mano que antes la acariciaba ahora tenía que pararla para no machacarla. Mariola siempre con sus llantos, incapaz de dar solo dos pasos sino iba cogida a mi mano, niña, pequeña, absurda, tonta, estúpida que nada sabía hacer. Hundida, tocada, mareada, enferma, loca de atar, con sus ansiedades y sus gritos de vieja en soledad.

La rabia era la única respuesta ante sus ojos de cordero degollado, me refugié en el pasado, en los recuerdos de antaño, pero al volver a la realidad plausible junto a la muñeca de lágrimas vivas, volvía a odiar toda su corpórea existencia de anciana encerrada en mujer novicia.

Beata, estúpida, puta…por eso volví a las andadas, a follarme a Carla, a María, a Lucía, a Beatriz y hasta a la maldita Olvido.

Mariola la estúpida nunca lo supo, a pesar de mi apestante olor a perfume borracho, de mis pocas ganas de darla fuerte. Volví a esperar lo inesperable, volví a esperar a que Mariola volviese en sí, a que dejase de ser la pusilánime en la que se había convertido y recuperar a mi mujer de bandera…pero Mariola no volvió, nunca volvió.

Y a estas alturas, uno no sabe si la echó o fue ella quien decidió marchar, pero fui yo quien la despidió en el portal triunfante, yo el que quedó solo observando ir a la que siempre fue mujer de mi vida, perra de mi alcoba, la puta que me hacía encender en llamas…la muy guarra, la quería y la amaba, más de lo que yo mismo imaginaba.

No lloré ante nadie, me limité a escuchar de terceros las voces de Mariola gimiendo en la cama de tantos, sí, mi Mariola, la que siempre creí incapaz de vivir sin mi mano ahora campaba a sus anchas cual perra en celo, contando los amantes con todos los poros de su cuerpo. Sin pensar en mí, olvidando todo lo que para ella fui, Mariola la zorra que parecía morirse de amor era en verdad la guarra mentirosa que robó mi alma, la perra que machacó mis huesos, la puta a la que tanto echo de menos.

Iraunsugue Eternia

Fotografía-Sillas de muerte (Alcalá del Jucar, Mayo 2008)

7 Atravesaron la realidad:

AdR dijo...

Qué fuerte... se te dan bien estas historias. Lo de apestando a sexo barato tiene un potencial que no veas.

La veo como una historia de encoñamiento masculino y desgraciado, por parte de él, claro.

Besos

MATISEL dijo...

Caray que fuerte y duro, me alegro de que la tal Mariola abandonara a este ejemplar de cavernícola, ahora que se fastidie y llore su ausencia.

Besos

JuanMa dijo...

El amor despechado rabia y se vuelve un juez muy poco objetivo...

Besos sin rabia y rugidos en calma.

Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) dijo...

ADR: Seguramente sea eso, puro encoñamiento y egocentrismo, la búsqueda de la perfección en los demás por no verse a si mismo…veremos que opina ella.

Besos.

CAMINANTE: Jajajajajaja bueno, veremos que opina Mariola del asunto, aún nos falta su versión ;)

Besitos.

JUANMA: Totalmente de acuerdo, a parte de que en la soledad con su rabia, él puede que no vea más allá de lo que se muestra a si mismo.

Un abrazo fuerte.

haThus dijo...

No parece escrito por tí. Pero es una istoria cruda y sincera. Creo que expresa la palabra de un personaje con mucho volumen. Me ha sorprendido.

Besos menos guarros.

Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) dijo...

HATHUS: Probaba un nuevo estilo, quedó curioso al menos. He utilizado ese caracter de este personaje para uno en la segunda novela, ya veras ya ;)

Besos limpios pues.

haThus dijo...

Esta segunda novela la compraré. Ya veré pues, ya veré, jajaja.

Besos limpios? jajaja besos de besos.