Ocurrido el 18 de Septiembre del 2008
Respiro, inspiro, suspiro…y el rimel negro termina de colorete sobre mis mejillas. Dos horas y media señores para verme “adecuada” para mi primer día de trabajo, ¿trabajo digo? ¡si no cobro! Véase “estudiante en prácticas”.
Tras perder el autobús, correr detrás dándole bolsazos al carromato rojizo, consigo que el conductor de turno me abra las puertas a dos metros de la parada, subo las escalerillas con la lengua fuera, el pelo enmarañado y pegado a la frente por que no paro de sudar, y un dolor de pies impresionante a las 9:00h am.
Busco mi particular asiento alejado del mundo, sí, al fondo, allí donde van los que no quieren ser vistos o como yo digo “los antisociales que observamos”. Una parada más allá se sube un muchacho que debe de andar por los 25 años, se sienta a mi lado con aire apesadumbrado, dos kilos de gomina en el cabello, un traje que debe ser de su hermano mayor (a juzgar por lo holgado que lo lleva) y un tembleque en las piernas, que me hace pensar que acontece un terremoto.
Me mira, le miro, nos sonreímos nerviosos y asustados (¡este es nuevo!) pienso sintiéndome más segura de misma, cuando observo que mi querida gata debe haber pasado la noche sobre mis pantalones negros, ya que lo que fuese un pantalón de vestir ahora se parece más a una alfombra Persa de mala calidad, y nunca mejor dicho.
Llego a mi destino, tras preguntarle al muchacho varias veces con la mirada si todo va bien, ya que emite unos sonidos guturales realmente extraños, mientras intenta aflojarse la corbata que parece cortarle el riego sanguíneo, suda como un cerdo y el aire acondicionado brilla por su ausencia.
Me bajo en mi parada, cruzo la calle entre la marabunta de gente y espero risueña junto a los grandes almacenes del centro…¡ni dios! Miro la hora, compruebo que he llegado bien, pero a la vista de que ninguna de mis compañeras de clase asoma la cabeza entre el gentío, comienzo a pensar que me equivoqué de sitio, de hora, de día…¡a no! Por allí llegan.
Hablamos, me río, fumo, hablamos más, reímos más, fumo demasiado y los minutos pasan. La profesora debe haberse quedado anclada entre las sábanas, eso, o que han decidido anular nuestras semanas de prácticas, dejándonos abandonadas en mitad del centro de la ciudad. A lo lejos, y con media hora de retraso, asoma mi profesora motorizada desde el otro lado de la calle, corremos a su encuentro como infantes en su primer día de guardería, asustadas y nerviosas nos encaminamos a dejar en su destino a la primera de las compañeras.
Vamos saludando desde la puerta a cada una de ellas, que va siendo depositada en su lugar de trabajo.
-Suerte, cuídate mucho, que te traten bien –gritamos entre sonrisas inventadas, mientras las susodichas van desapareciendo tras la puerta con ojos de corderos hacía el matadero.
Una hora y media más tarde, con el rimel por las rodillas, el maquillaje cayéndome en churretes por el calor levantino, y un dolor de riñones de recorrerme media ciudad a pata y sin banco donde acoplar mis nalgas. Veo llegar la hora de mi despedida.
Entro a regañadientes, con el bolso apretujado contra el pecho tras mi profesora, allí nadie nos mira y ni mucho menos nos muestran haberse percatado de nuestra presencia, así que decidimos esperar sentadas (¡por fin!).
Mi profesora ojea los catálogos de viaje, mientras yo rebusco disimuladamente la botella de agua calentorra que llevo en el bolso, y decido darla un buen trago, y otro, y otro, hasta verla llegar a su fin.
Por fin el hombre encamisado del fondo se levanta y viene hacía nosotras, tras los saludos y explicaciones de rigor, veo marchar a mi tutora sintiéndome una niña enjaulada entre las paredes blanquecinas con mapas azulados, una caja de ratones donde no paran de sonar los teléfonos.
Me explica rápidamente el funcionamiento de la empresa, sentándome en la mesa más cercana a la puerta de entrada, ¡eso señores, que se me vea bien!
-Vamos a tener mucho trabajo estas semanas –comienza a comentarme el jefe- nos vienes muy bien, ya que comienzan los viajes del Imserso y necesitamos que nos eches una mano.
¿Imserso?,¿viajes?...me encienden el ordenador y antes de que Windows comience a cargarse, caigo en la cuenta de que he olvidado como narices se accedía al sistema de vuelos.
-Jo, : JI SO 45847KL4…..NM1Santa/Maria(mare mare) QT intro….
Mi mente es un reguero de cábalas numéricas que se escapan en suspiros desesperados, hasta que mi compañera de enfrente me mira entusiasmada y llamando al jefe la escucho decir.
-¡Pobrecita! Está asustada.
¡Tierra trágame! Pienso mientras se acercan a mi mesa con biberón en mano y me dan ganas de pedirles hasta pañales.
-No te preocupes AMADEUS se enciende solo, no hace falta introducir la contraseña.
Suspiro esperanzada, al menos no tendré que pelearme con el sistema informático que tantos quebraderos de cabeza me ha traído. Me explican que debo coger las llamadas, que pulsando tal y haciendo cual paso las llamadas al jefe, a la compañera, a mi propia mesa. Que tengo que llamar a los viejecitos para avisarles de que ya tenemos los destinos de este año, y que en una semana esto se llenará de ancianos pidiendo plazas insuficientes, para sus merecidas vacaciones tras la jubilación.
¿Llamar por teléfono? ¡Pan comido! Marcó y espero, pero la línea decide hacer un mutis mientras suenan los teléfonos, una y otra vez ante las risas de los presentes.
Me informan que antes de llamar debo marcar el 0, ya que sino es así estaré realizando una llamada dentro de la empresa…aaaaaaaaaaaa ¡coño decirlo antes!.
Tras una hora de charla con los yayos, sigo mi caminar por la lista que me han dado y marco segura de mi misma.
-Fulanito de tal –pregunto.
-¿Qué?
-Fulanito de tal por favor.
-¡Habla más alto que soy sordo!
Carraspeo y me decido a subir mi tono de voz.
-¡¿FULANITO DE TAL?!
-Siii zoy yo.
-Hola buenos días, soy Arual de Barceló Viajes, le llamo por bla bla bla bla
Tras un rato de in-comunicación, de desgañitarme para que me entienda, consigo comprender que no ha recibido la carta correspondiente. Hago lo propio preguntando a mi jefe el procedimiento, y le comentó al ancianito que debe ir a la Calle del Teatro para reclamar dicha carta.
-¡Ziquilla!¿la Calle del Teatro? –me pregunta asombrado.
-Sí, claro, junto a la Rambla –le doy las explicaciones correspondientes cual mapa de Google.
A la media hora de conversación, tras repasar mentalmente todo el callejero de Alicante, salirme de la ciudad, volver a entrar, comentarle al ancianito que también puede llamar por teléfono, decir una y mil veces, ¿me oye?...el Señor en cuestión extrañado me pregunta:
-¡Ziquilla!, ¿pero tu desde donde me ezta llamando?
-¡Desde Alicante claro!
-Pero niña –escucho reír al abuelito- ¡¡pero es que yo zoy de Zevilla!!
-¡De Sevilla! –alzó la voz sin darme cuenta, ante la mirada de los presentes.
Observo a mi jefe esconderse tras la pantalla del ordenador riéndose a mandíbula batiente, y yo, digna y orgullos,a cuelgo el teléfono mientras los nervios afloran en mis entrañas y me acuerdo de que llevo allí mas de dos horas y tengo unas terribles ganas de evacuar el líquido ingerido con anterioridad.
Miro discretamente la oficina intentando recordar que puerta era la que llevaba al baño, pero tan solo me encuentro con inmaculadas paredes donde es imposible apreciar los diminutos tiradores (a juego con la decoración) que abren la puerta adecuada. Recuerdo que a mis espaldas están los destinos de península, Canarias y Baleares, al otro lado Destinos Exóticos, más allá papelazos, al otro lado más de lo mismo….así que solo me queda aquella puertecita encajada en la pared imposible de apreciar, sino estas a dos milímetros de la misma. Me levanto de mi sitio y voy muy digna hacía el baño, informando con gestos a mi compañera de la mesa de enfrente, recorro la pequeña estancia, paso por delante de mi jefe y abro rápidamente la puerta mientras siento que mi vedija va a estallar. Doy un paso y sin mirar advierto que he terminado en el cuarto de la fotocopiadora, escucho las risillas inaudibles a mis espaldas, y la voz de mi compañera desde el otro lado.
-Arual es la puerta de al lado.
¿La puerta de al lado? Intento ver el pomo, pero alguien debe haber decidido que era un objeto inútil, así que comienzo a jugar a Indiana Jones toqueteando cada palmo de pared y dando leves empujoncitos, a ver si se activa algún remoto control y consigo no mearme encima. Por fin empujo y se abre una puertecita que se cierra a mis espaldas, dejándome sola entre un millar de papeles debidamente archivados.
A mi derecha reconozco la puerta del baño, me abalanzó sobre ella, abro y veo en la tenue oscuridad el interruptor de la luz al fondo, entro sin mirar y termino tropezando con un estratégico escalón que alguien a puesto en mi camino para joderme las rodillas. Tropiezo, la puerta se cierra a mis espaldas y termino golpeándome contra el lavabo, para acabar cual rana espatarrada junto a los utensilios de limpieza.
Me incorporo dolorida y consigo desbrocharme los pantalones y bajarme las bragas para poder evacuar tranquila, amoratada y con las lágrimas aflorando en mis ojillos de apagada esmeralda. Y allí, sentada en la taza del wc caigo en la cuenta de que en verdad y a pesar de todos mis sobresalientes en la materia, no tengo ni puñetera idea de cómo coño funcionar en la agencia, la sola idea de mandar a la India a los yayos que quieren ir a Torremolinos me atemoriza….y es allí, con las nalgas apostadas sobre la fría tapa, cuando pienso en que será de mí cuando termine la carrera de Audiovisuales y me dejen sola entre cables y cámaras.
¡Y esto señores, es solo mi primer día de prácticas!
Iraunsugue Eternia
P.D. La foto es de Internet, no es la misma distribución que mi oficina pero si la misma decoración, a quien consiga encontrar la puerta que lleva al baño le doy un premio, ¡No miréis así la pantalla! Os aseguro que tras las paredes se esconde todo un mundo…..