17 jun 2008

Tan solo...de él.


Ha estado nerviosa toda la mañana, hasta que el zumo ha temblado entre sus labios derramándose por su garganta, envolviéndola de frescor y de ansias que apaga en cada calada del cigarrillo. Apura los segundos para atrapar el aliento del tabaco mientras piensa en el reloj del fondo, se hace tarde, tan tarde que termina ignorando las prisas internas y se vuelve compás de un corazón pequeño, inundado de miedos y dudas, pero sobretodo de sueños.

Se ha sentado en aquel banco esperando un encuentro, mientras los trenes van y pasan al compás de una musicalidad pegadiza a las hojas de la página de un libro, intenta centrarse en la lectura. Pero cada vez que se acerca por el rabillo del ojo un desconocido tiembla, como una hoja que espera el soplido gélido del invierno, estremeciéndose en el calor de la primavera que vive.

Ha sonado el móvil sin previo aviso y ella ha pensado que se retrasaría, pero las piernas dejan de sentir y el corazón bombea, deja el libro en la bolsa y se dirige suspirante a la entrada de la estación. Mientras, piensa, porque es lo único que la queda cuando el encuentro es inmediato, y sus ojos buscan aletargados por el vicioso aire interno de pensamientos que corretean con ansias por su cabeza. Ella tiembla, solo tiembla, hasta que se la antoja su figura de espaldas.

En esos momentos se ha parado escondiéndose tras el muro, observando al desconocido de paso seguro, no la ha visto, se arma de fuerzas y se dirige hacía su espalda, la gustaría tapar sus ojos con las manos y simplemente susurrarle.

-¿Pide un deseo?

Pero la costaría tener que arrebatarle las gafas y dejarlas caer al suelo por los nervios, así que tan solo se deja llevar por un impulso de infantilidad quitándole las ataduras del cabello. Porque así es como lo quiere, libre, tan libre que sería capaz de dotarlo de alas y decirle.

-¿Vuelas conmigo?

Y seguramente lo harían, en una realidad onírica que ambos han creado, en ese umbral donde los besos saben a palabras soñadas y los gestos son vagos emoticonos tras la pantalla. Ha sentido su pelo resbalarse entre los menudos dedos que porta, pianista de lo efímero lo mira de reojo, sin poder aguantar la sonrisa que se escabulle entre la risa del primer segundo, lo abraza y lo esquiva, la abraza y se siente esquivado.

-¿Y mi abrazo? –ha preguntado él.

-¡Si te lo he dado!

Porque en parte es cierto, quería abrazarlo y a la vez la daba miedo, por si el sentía que ella es un tanto etérea, o quizás por ese miedo a que no la reconociera en piel al imaginarla en tinta. Ha tenido dudas al tocarle, porque es tan real que la da miedo desmoronarse, despertarse del sueño que al fin y al cabo vive y siente.

Se han perdido las horas en aquella mesa donde antes ella ha esperado, él no lo sabe y ella tan solo habla y sonríe. Pero es como si el tiempo no hubiese pasado, porque en verdad siempre lo tuvo presente, en sus sueños, y a cada gesto lo reconoce de nuevo y en cada palabra lo encuentra.

-Siempre te he querido, ¿lo sabes? –pregunta en silencio.

Y el solo responde que las entradas y salidas de Barcelona son complicadas, que si la velocidad y las horas.

-Horas, días, meses, años…es lo que llevo esperándote –piensa ella, pero no dice nada.

Caminan cerca, mientras ella lo busca y lo abraza en pensamiento y mantiene la distancia prudente de una amistad que se torna en amor. Se ha sentido extraña al penetrar a través de esa puerta, y la cama la parece tan solo un motivo, quizás la excusa para toparse con la realidad certera de que la tienen, que en verdad es de él, que así lo siente.

Juega a abrir balcones al mar, mientras se pelea con la manivela real que la impide salir a respirar, necesita aire, pero la es imposible abrir la puerta que encierra dos corazones latiendo cerca, tan cerca. Al final se escapa como el viento hasta asomarse desde el sexto piso de aquel hotel, observar la caída y pensar.

-En el fondo esto es como el amor, te lanzas sin más, pero esta vez no quiero aterrizar.

Siente su presencia tras de si, no se vuelve, no quiere hacerlo, porque las pautas ahora las marca él y el jeroglífico de gestos se la hace complicado y a la vez, tan sumamente difícil que lo vuelve extraño. Ha vibrado con su calor un instante, sintiendo el roce de su pelo en las milésimas de los centímetros, hasta que gira la cara y lo observa risueña, el viento se extiende a lo lejos, el mar fluye en el aire, la sal se la pega en el cuerpo y él simplemente la atrae hacía su ser.

Se funden, simple y llanamente se derrite contra sus labios, y todo lo que pudo imaginar se desmorona, hasta la idea del beso primero se la hace estúpida, porque en verdad es como un reencuentro con sus labios, nada más que eso, volver a besarlos.
Queda atrapada entre sus manos, y ya no quiere parar, ni ahora ni nunca, tan solo seguir ligada a su boca, un poco más, tan solo unos siglos más….

La ha mordido el corazón y la sensación la gusta, quizás no quiera recuperarse de esa herida, tan solo seguir sintiéndole día tras día, hasta en la distancia misma sigue siendo de él, tan solo, de él.

Iraunsugue Eternia
Fotografía-Sagunto, Valencia Junio2008

4 Atravesaron la realidad:

JuanMa dijo...

La distancia no se mide en kilómetros, y hay heridas que uno no quiere curar.

Me gusta verte volar tan alto.

Besos.

Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) dijo...

JUANMA: Es cierto la distancia no son kilómetros y los kilómetros no implican distanciamiento, pero en este caso no hay heridas, solo un bonito amor que espero que dure mucho tiempo.

Volemos siempre alto.

Besos y rugidos de mi dragón.

haThus dijo...

Mmmm siento diferir en esta bonita tesis metafórica, pero, para los pobres la distancia sí se mide en kilómetros, y si no que le pregunten a RENFE, o a Iberia jajaja. Es solo una broma.

Me ha gustado ver que no has omitido detalles que, también para mí, fueron importantes. Al final, para mi, son los pequeños detalles los que quedan, lejos de las grandes cosas, son siempre los que dejan huella y los que no se olvidan con el paso de los años. No se si te conozco lo suficiente, pero casi puedo entrever todas esas sensaciones en mis recuerdos, vistos a través de tus miradas y expresiones. Al final, los ojos son el reflejo del alma. Lo que si es cierto, es que tu complejidad se vuelve más familiar cuando, como siempre, la traduces a palabras.

Extraños en reencuentro, pero tan familiar a la vez, no te has equivocado en absoluto.

Besos reminiscentes.

Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) dijo...

Jajajajaja si ves ahí te doy la razón, la distancia la medimos en lo poco que nos queda en la cartilla. Pero a veces vale la pena comprobar que podemos romper esa distancia, que el dinero no es tan poco como creímos y podemos salvarla.

Sabes que vivo a base de pequeños detalles, puede que no recuerde el nombre de bar o la calle donde estaba esto u aquello, pero no se olvidan otras muchas cosas. Por qué en verdad es lo que cuenta, lo que queda y enamora.
Nunca me conocerás suficiente, ni yo a ti, eso es lo bonito de esto, pero es cierto que si cierras los ojos y recuerdas verás esas sensaciones en miradas, gestos y como no, palabras. Ya te dije que mis ojos eran por desgracia o por ventura el fiel reflejo de mi alma, de ti tus silencios.

Me alegro de que me veas desnuda en las palabras, y vestida de complejidad ante tus ojos. Contigo es totalmente al revés.

Y la próxima vez, ¿seremos extraños? Pronto lo comprobaremos :)

Besos soñadores.