21 may 2008

La increible historia de Sñr.Perro Hortelano y Sñrta.Nome Enamoro

El Señor Perro Hortelano había nacido en una ciudad cualquiera, un día cualquiera, de un fatídico mes cualquiera, su edad oscilaba entre los 25 y 45 años. Inteligente, apuesto y de clase media, Sñr.Perro Hortelano ocupaba la mayor parte de su tiempo en sus quehaceres sociales.
Con los años y la falta de soledad, Sñr.Perro había aprendido que la vida se medía en experiencias, viajes y sueños cumplidos, por eso intentaba perseguir metas cortas, aquellas que no le hiciesen sacar la lengua a mitad de camino.

Se podría decir que siempre fue un hombre de mundo, dicharachero, con afán de protagonismo aunque ni el mismo se diese cuenta, pero sobretodo, con una autoestima voluble que subía y bajaba con el son de las mareas.
Un día Sñr.Perro adoraba su estampa, se quería a si mismo, se vanagloriaba de todo lo conseguido durante reconocidos años de esfuerzo. Era capaz de creerse el rey de la selva e incluso danzar sobre la mesa de su despacho, sin vergüenza alguna ante las risas nerviosas de las compañeras de oficina.

Pero amigos, Sñr.Perro igual que subía, bajaba sin poder evitarlo, porque la soledad, esa que nunca conocía, se aparecía herméticamente amorosa con el transcurrir de los años. Y es que de jóven jamás dio importancia a los amores fugaces, esos que venían e iban sin dejar pena ni gloria, y que a él, se le antojaban importantes. Porque en realidad cuando estuvieron nunca lo fueron, pero al marchar, Perro Hortelano moría con el corazón en la boca sintiéndose solitariamente nuevo.

Sus relaciones amorosas eran un cortado, con don de gentes y verborrea para convencer al mismísimo Cristo de que vendiese los clavos de la cruz, Sñr.Perro conquistaba con tan solo una mirada, acompañándola con un exquisito silbar de palabras: “eres la luz que ilumina mi camino, siempre te he estado esperando ¿dónde te habías metido?, te soñé tantos años…” En su defensa he de decir, que él mismo ni se daba cuenta de que retahíla semejante eran ya frases hechas, que con los años había aprendido eran del agrado de todas las féminas, por eso ya no se complicaba la vida rebuscándose en la sesera piropillos nunca hechos, ¿para qué? Con lo fácil que era tirar de cuaderno.

Perro Hortelano era un amante in-fiel por naturaleza, porque cuando amaba regalaba hasta los huesos, pero sus amores duraban nada y menos, pues rápido llegaba su invierno y Perro, se sentía frustrado ante la incapacidad de pasión de la mujercita que tenía a su lado. Por eso esnifaba de flor en flor, absorbiendo a la hembra todo el néctar que pudiese darle en un tiempo record, pues aunque él mismo no se daba cuenta, lo que buscaba en verdad no era un alma gemela, sino tantas cuantas cupieran en su enorme corazón.

Las mujeres a su lado pasaban por tres fases justas y exactas, perdían hasta las canillas cuando Sñr.Perro enamoraba, se dejaban caer en un mar de pasiones y piropos, de sueños de arroz y velos blancos. Pero esté, veloz, perdía el entusiasmo cuando se veía amarrado con corbata en mano y novia al cuello diciéndole el “si quiero”, entonces es cuando Sñr.Perro Hortelano, desplegaba todas sus armas de no-caballero. Hasta que la moza terminaba loca de cólera y lo expulsaba de su vida a escobazos. Nuevamente he de alegar, que Don Perro Hortelano, no era consciente de tales menesteres, pues muchas veces la táctica era sutil y diferente, el silencio, sí, por que cuando a una mujer se la regala el silencio, está se queda sin habla por miedos, y comienza a plantearse: ¿necesitará tiempo, será correcto hablar, se aleja de mi vida, que está ocurriendo? Y así se despedía pañuelo en mano jurándola que la amó más que a su vida, pero que “las circunstancias hijas mías, es que no eran las propicias”. La tercera fase llegaba sin darse una cuenta, muchas lloraban, la mayoría lo odiaban, y algunas quedaban como amigas al comprender que Perro Hortelano bastante consigo mismo tenía.

Y es que Sñr.Perro en verdad buscaba, si, esperaba encontrarse en cualquier esquina con ese amor que no existía, porque había dejado pasar ya tantas almas suyas, que por muchas que se cruzasen en su camino, todas tendrían algún defecto encontrado para darse a la fuga cuan caballero francés.
Esto no era problema, sino fuese porque Perro Hortelano estaba convencido de que las culpables eran ellas, las féminas que no congeniaban, porque a las que amaba corrían despavoridas en brazos de otros, y las que lo querían, él, no podía quererlas. Y con razón, era un Don Juan del montón, pero con clase todo hay que decirlo, y con mucho mucho miedo al compromiso.

Perro era llamado del Hortelano por su afán en coleccionar amantes, pasaba de unas a otras como si de cambiarse de camisa se tratase, ¡válgame el cielo que comía y tanto!, pero cuando comenzaban las dudas y se retiraba nuestro truhán, lo que le comían eran los celos de ya no ser el nova más. Las féminas, cuando despertaban del fogoso abrazo se retiraban a nuevos mundo, y como allí conociesen otro caballero mal asunto. Pues Sñr.Perro se volvía Hortelano, y no comía por miedo al compromiso y fracaso, pero comer no dejaba pues cuando nuevos príncipes convertidos en ranas se acercaban, él echaba la zarpa y desenvainaba la espada: “la doncella es mía aunque no la quiera para nada”.

Y esta era la vida de nuestro amigo el Sñr.Perro del Hortelano, galán, truhán y caballero de yo nunca me caso.

Ahora bien y todo hay que decirlo, que como mi abuela decía siempre hay un señor roto para doña señorita descosido. Fue a encontrarse dicho galán con una damita de altos vuelos, llamada por sus antiguos amantes Señorita YoNuncaMe Enamoro solo soy pasión sin frenos. Sñrta.Nome Enamoro era una dama bonita todo hay que decirlo, inteligente, orgullosa y digna, vivía en el éxtasis de la pasión, amante sin perjuicios que adoraba el coqueteo y los primeros tiempos del amor.
Andaba siempre rodeada de truhanes que una vez planearon apasionados bajo sus faldas, pero que terminado el tiempo del “me muero sin tus besos”, pasaban a la categoría de “eres mi amigo y date con un canto en los dientes con esto”.

En verdad, Sñrta.Nome Enamoro siempre se enamoraba, la daban flechazos con algunos guapos mozos que pasaban, perdía el hilo de la cordura si es que algún día lo tuvo. Se movía entre las pasiones con amor brujo. La daba igual la distancia, las excusas, los compromisos, cuando quería conseguir a un señoritingo.
Envolvía con artes de brujeril fémina, palabras con caligrafía de señorita peripuesta, ojos de lechuza y pechos de algodón, atolondrados volvía a quien caía en su fogón.

Pasional y carismática daba hasta la vida, pero con fecha de caducidad cual yogurines pasados tras un tiempo los mordía. Sñrta.Nome Enamoro era toda una dama, que jugaba sin darse cuenta con los sentimientos de la gana, por reglar lo suyo regalaba hasta las bragas, siempre pensando que el truhán de turno sería para todo la vida, ella total y completa en sus brazos caía.

Pero hay amigos que la moza un problema tenía, y es que el no enamorarse era toda una salida, disfrutaba de los primeros tiempos de pasión, pero agotado el Don Juan de tanto amor pedía clama, y ella se aburría tanto que los daba la patada.
Ahí quedaban algunos a pesar de odiarla, besándola los pies por si ella se cansaba de coleccionar amantes, y decidía con algunos casarse.

Sñrta.Nome Enamoro buscaba al príncipe de sus sueños, el problema es que ellos tras los besos se vestían de sapos feos, o quizás fuese que ella pasado un tiempo los sacaba mil defectos: “este es demasiado viejo, aquel muy joven, este me gusta pero no se decide, aquel es mal amante, el otro pinta mal de traje”.
Lo que nadie sabía es que ella guardaba un secreto, y es que un día un joven mordió su corazón despierto, desangrada y sin vida se volcó por ese amor, y pasado los años lo idealizó. De tal modo fue a quererle que fuera incapaz de olvidarle, por eso buscaba en otros hombres aquello que una vez tuvo en el pasado, pero imposible de encontrarlo seguía dando tumbos entre tarados.

Fíjense ustedes como es la vida, que un fatídico día fueron a encontrarse por las causalidades de la vida el Sñr.Perro Hortelano y Sñrta.Nome Enamoro, y ambos al verse cayeron en la pasión de los ahogos. Tanto tanto sintieron de repente, que ambos pensaron que habían dado con el ideal del presente.
Y así comenzó el juego a ver quien podía más, pues bien sabía Perro Hortelano que podía ganar, utilizo en un principio galantería truhán, pero más tarde y ante las risas de Sñrta.Nome Enamoro se tuvo que callar.
Ella por su parte desplegó las plumas de mujer especial, pero Sñr.Perro tantas amantes tuvo que la veía normal.

Aún así y a su pesar, ambos necesitaban del otro, como si eslabones de cadena forjados estuviesen se buscaban el uno al otro, silenciaron las pasiones con amistad sincera, mientras él se la comía con los ojos y ella a base de poemas.
Sñr.Perro cayó en su propia red, hasta que ella le dijo un día: “ven perro y cómeme”. Entonces cayó en la cuenta de que ella se había enamorado, sin dar crédito a sus pensamientos frívolos y anticuados.

Sñrta.Nome Enamoro tan solo buscaba pasión, el amor era prohibido para una dama sin corazón, aún así se volvía loca y marchita si su Sñr.Perro se la escapaba, pensaba muy digan ella: “bah él se lo pierde, menuda lata”
Cuando en el fondo deseaba caer entre sus redes sin falda.
Así jugaban semana tras semana estos dos listos amantes, atándose corto para no desmayarse, lo que pasó u ocurriría no lo se ni yo, aún siguen jugando al perro y el ladrón, más tan solo soy narradora de la historia, amiga de ambos y mera observadora.

Segundas partes dicen nunca fueron nuevas, pero yo deseo ver que es lo que acontece la buena, ya seguiré relatando la increíble historia de estos dos, que se buscaban y despreciaban uno por miedo y la otra por desamor.

Iraunsugue Eternia

4 Atravesaron la realidad:

haThus dijo...

Si son dos conocidos tuyos espero que acabe bien, al fin y alcabo, y como tu dijiste una vez, "el amor es el juego mas peligroso que hay", . La otra opción es la "des-esperanza", eso sería lo peor que les podría pasar.

Besos.

Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) dijo...

La verdad es que dudo mucho que lleguen a buen puerto, juegan con fuego y ya están quemándose, seguramente en este caso terminarán con desesperanza, o seguirán cada uno su propia búsqueda del amor por otras tierras.

Besitos.

haThus dijo...

Bueno, ya nos mantendrás informado, lo más importante no es como acabe sino la propia narración en si. El final, sin duda, será más bien inpredecible.

Besos de intriga.

Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) dijo...

Jajaja si ciertamente, me apetecía contarlo de una forma caballeresca como si fuese un juglar, ya veremos que ocurre.

Abrazos intrigantes.